El reto de la movilidad sostenible

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Los centros de las grandes ciudades se están cerrando a los coches. Esta tendencia de ponérselo difícil al automóvil privado llega cargada de toneladas de polémica, con defensores y detractores a partes iguales, pero no se puede negar que ya es una realidad, y que se va extendiendo ciudad tras ciudad a tal velocidad, que casi parece inevitable.

Ejemplos hay para dar y tomar. La que seguramente fuera una de las zonas con más tráfico rodado del mundo, Times Square de Nueva York, se volvió en gran parte peatonal en 2009, primero de manera temporal y luego permanente. 

París, por su parte, lleva desde 2013 con la idea de adaptar sus grandes plazas y bulevares a los peatones y ciclistas, creando infraestructura y ampliando aceras y espacios peatonales en detrimento del coche. 

Copenhague, aparte de ser un paraíso ciclista, tiene el honor de contar con Strøget, la calle peatonal más grande de Europa. Y en proceso de ampliación.

Pero tampoco hay que irse al extranjero. 

Madrid ya instauró áreas de prioridad residencial (APR) en los barrios de las Cortes, las Letras y Embajadores en 2004/2005, en Ópera en 2015, y está previsto que estas APR se extiendan a todo el centro de la capital. 

Barcelona, por su parte, ya ha puesto en marcha, con la del Poblenou, el piloto de las superillas, las supermanzanas de 9×9 que los vehículos tienen prohibido cruzar en línea recta (no así las bicicletas), liberando el espacio restante para peatones y otras actividades.

 

¿Las ventajas?

Al reducirse el número de vehículos privados, se ahorran emisiones y se contribuye a tener un aire menos contaminado, con el incremento en salud que esto implica para los residentes de la zona. También de esta forma se reduce la cantidad de ruido de las calles, así como la seguridad de los viandantes a la hora de cruzarlas.

A menor tráfico, menos probabilidades de ser atropellado, siendo niños y ancianos los mayores beneficiados. Todos estos cambios se realizan en el marco de la movilidad sostenible.

 

¿Pero en qué consiste la movilidad sostenible?

Aquí entra en juego la intermodalidad, un modelo de transporte al que todas las ciudades se encaminan.

Es decir, combinar medios de transporte: Coche + transporte público (como en los esquemas Park & Ride, con aparcamientos masivos cercanos un punto de paso frecuente del transporte público), bicicleta + tren, coches compartidos, y todas las combinaciones que se te ocurran.

Y en esto todos podemos poner nuestro granito de arena. Ya existen aplicaciones que ayudan a que nuestra conducción sea más eficiente.

Por ejemplo, de la misma forma que con el VIAT mobe® de Pagatelia evitas emisiones extra al no detenerte en los peajes, Wazypark te ahorra tiempo y gasolina (y, por tanto, emisiones) dando vueltas con el coche para buscar un hueco libre, ya que es una app social te ayuda a encontrar los aparcamientos libres a tu alrededor a través de la información que proporcionan otros conductores.

En la misma tónica y con el fin de optimizar el tiempo de conducción, también incluye un comparador de parkings, de precios de gasolineras y otras utilidades para conductores.

En definitiva, no se trata de prohibir o dejar de utilizar el coche, sino de utilizarlo mejor, sólo cuando sea necesario y de una manera inteligente. De lo que hablamos, al fin y al cabo, es de hacer que nuestras ciudades sean más habitables.